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Tecnología que se va de las manos

Melon2--478x270Todo buen grupo de justicieros que se precie debería tener entre sus afiliados a alguien ducho en el arte de la telequinesis. Desde cómics hasta el cine, pasando por la literatura, la ciencia-ficción ha encumbrado a un buen puñado de superhéroes que se han dedicado a lanzar a sus enemigos o mover cualquier cacharro con tan solo pensarlo.

Lo que parecía competencia exclusiva de la ciencia ficción y la parte menos empírica de la vida real ha avanzado sorprendentemente tras ser objeto de un buen puñado de investigaciones. La última, una iniciativa de un grupo de estudiantes de la Universidad de Minnesota que han conseguido crear un programa con el que manejar un pequeño ‘drone’ con la mente. «Hemos mostrado por primera vez que los humanos son capaces de controlar el vuelo de robots voladores utilizando solo sus pensamientos», afirma el profesor Bin He, encargado de orquestar este trabajo que ha dado ya la vuelta a medio mundo.

El usuario tan solo debe imaginarse que controla la máquina mientras una cámara le ayuda a ver por dónde avanza el aparato. Bastará con concentrarse en arriba, abajo, izquierda o derecha. Esto es posible gracias una especie de capucha, que equipada con 64 electrodos, escanea las ondas cerebrales que se crean con estos comandos.

Gracias a la electroencefalografía (EEG) se forma un protocolo de comunicación entre el cerebro y la máquina permitiendo por primera vez teledirigir, con un alto grado de efectividad, un helicóptero de este tipo en un entorno tridimensional. Sus responsables plantean ahora aplicarlo a un brazo robótico. Y es que pacientes a los que se les ha implantado una prótesis o han perdido la movilidad de un miembro podían ser los grandes beneficiados de estos logros. Jan Schüermann es una mujer de 53 años paralizada de cuello para abajo.

El pasado diciembre, consiguió mover una extremidad artificial gracias a una serie de microelectrodos implantados en la corteza izquierda de su cerebro, donde reside la capacidad del movimiento. «Es cuestión de pensar ‘Quiero hacer eso’», explicó la paciente. La principal diferencia entre ambos trabajos es que el primero no requiere pasar por el quirófano.

A no pocos científicos les gustaría poder consultar un remanso de conocimiento como puede ser la cabeza del físico Stephen Hawking. Entrar en la mente del británico, que padece esclerosis lateral amiotrófica, fue el objetivo de la prueba que el pasado año realizaron los creadores de iBrain. Hace cinco años, el neurocientífico californianoPhillip Low, fundador de Neurovigil, creó en el marco de su tesis doctoral el algoritmo con el que funciona este «escáner» que mide la actividad eléctrica en tiempo real traduciendo los pensamientos que discurren por la materia gris en palabras. El objetivo de este dispositivo, que se coloca en la cabeza, es ayudar, entre otros, a los afectados por apneas del sueño, autismo o depresión pero los expertos auguran que puede ser una ventana abierta al mundo para personas en una situación similar a la de Hawking.

Una iniciativa española

El equivalente español a esta iniciativa bien podría ser «Brainable», que interpreta los deseos de cada persona para controlar mediante una sencilla interfaz, por ejemplo, los electrodomésticos del hogar o interactuar con familiares a través de las redes sociales con la independencia que ello supone para el sujeto. Se trata de un proyecto dirigido por Barcelona Digital, que, tras más de 30 meses de trabajo, ha eclosionado en un prototipo que ya ha sido testado por decenas de pacientes, algunos de ellos con un alto grado de discapacidad.

Y la lista de iniciativas no parece frenarse aquí. Aunque de otra naturaleza, «Melon» podría ver la luz este mismo otoño. Estos días apura la recta final de su campaña de financiación a escote enKickstarter, donde esta diadema ya ha superado holgadamente los 100.000 dólares que se propusieron recaudar. Esta banda basada en EGG mide al instante cómo discurre todo dentro de la cabeza y tras sincronizarse con una aplicación de móvil, es capaz de representar los ‘movimientos’ neuronales en la pantalla de teléfono e, incluso, avisar de cuando uno puede perder la concentración.

Fuente: abc.es

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