Naturgy, más de 175 años de innovación energética: de Lebon a Reynés

Cada vez que alguno de los 18 millones de clientes de Naturgy abre el gas para cocinar o enciende la televisión para ver su serie favorita, se han accionado previamente miles de complejos mecanismos para que, con un gesto tan sencillo, pueda disfrutar de la energía sin tan siquiera pensar. Pero detrás de todo ello, ha habido previamente mucho trabajo de miles de personas que, desde hace más de 175 años, han hecho posible que una empresa haya sabido responder a las necesidades energéticas de millones de clientes. Naturgy e innovación son dos caras de una moneda: la misma que en 1843 alumbró con gas Barcelona y la que hoy apuesta por las energías renovables, el gas verde y la movilidad sostenible.

Barcelona llevaba casi un siglo utilizando las lámparas de aceite para alumbrar sus calles, cuando el empresario francés Charles Lebon, junto con socios capitalistas locales, constituyó la Sociedad Catalana para el Alumbrado por Gas. Tres años antes, el empresario había ganado un concurso convocado por el Ayuntamiento para sustituir las farolas de aceite por las de gas. Barcelona se convertía así en la primera ciudad española iluminada con luz de gas, una modernidad que permitió que la vida en las calles por la noche fuera más segura y que, poco a poco, se abrieran nuevos espacios de relación social nocturna.

La empresa nació con una expectativa de 20 años de vida y este año ha cumplido 176. Muchas son las razones que se podrían enumerar para justificar que una empresa que a principios del siglo XX estaba entre las primeras diez sociedades industriales del país, se mantenga a principios del siglo XXI entre las de mayor cotización del mercado español. Pero hay una que, de no haber sido una apuesta estratégica de la compañía, no le habría permitido perdurar en el tiempo: innovar para adelantarse a las necesidades de cada momento, adoptando nuevas tecnologías y anticipándose a lo que los clientes demandaban.

Pioneros energéticos

Naturgy no sólo introdujo el alumbrado por gas en España en 1843. También puso en marcha en 1922 la primera línea de transporte de electricidad a 130.000 voltios de Europa, entre Seira, en la Ribagorza oscense, y Barcelona.

En 1968, construyó el primer reactor nuclear en Almonacid de Zorita, la ya desmantelada central José Cabrera. En 1969 introdujo a España en la era del gas natural, que impulsaría tres décadas después con la construcción de una de las mayores obras de ingeniería en aquel momento, el gasoducto Magreb-Europa, y con su estrecha relación con Argelia, principal suministrador de la compañía. Y también puso en funcionamiento el primer ciclo combinado de España, en San Roque, para producir electricidad a partir de gas natural, en 2001.

En su haber está también contar con una instalación centenaria como el complejo hidráulico de Bolarque, que aúna en la confluencia de los ríos Tajo y Guadiela la presa inaugurada en 1910 por Su Majestad el Rey Don Alfonso XIII; la central reversible inaugurada en 1974 por el entonces Príncipe de España, Don Juan Carlos, y que además de producir electricidad, abastece el trasvase Tajo-Segura; y una minicentral de caudal ecológico, inaugurada en 2010 por el entonces Príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón. Bolarque es un símbolo que aúna la historia del país y de la compañía, con su capacidad de innovación para hacer frente a los nuevos retos de sostenibilidad del planeta.

La historia del mercado energético español no se entiende sin un agente como Naturgy, que ha sobrevivido a muy diferentes periodos sociales y políticos, gracias también a su capacidad de liderazgo. Tras protagonizar el paso del alumbrado de aceite al del gas manufacturado procedente del carbón, la compañía invirtió, casi un siglo después, en las últimas tecnologías para generar gas a partir de naftas, un destilado ligero del petróleo. Se introdujo así una mayor automatización en las fábricas, que conllevó también mayor producción y más posibilidades de ampliar la base de clientes y crecer en ventas.

Las nuevas dinámicas productivas desembocaron también en el desarrollo del marketing, tres décadas antes de que lo hicieran las eléctricas tradicionales, que en aquel momento no lo necesitaban porque no tenían que luchar por captar clientes.

Fue en ese momento también, a principios de los años 60 del siglo XX, cuando la entonces Catalana de Gas fue la primera empresa industrial española en instalar un ordenador, el IBM 1401, que permitió modernizar los procesos administrativos y mejorar la eficacia en la gestión.

A finales de esa misma década, Naturgy apostó por una nueva energía, menos contaminante pero con la que España no contaba: el gas natural. De la mano de su entonces presidente Pere Duran Farell, impulsó la construcción de la planta de regasificación de Barcelona y en 1969, llegaba ya el primer metanero a nuestro país, el Laietà, cargado de gas natural licuado procedente de Libia. Comenzaba así el principio del fin de las fábricas de naftas y, nuevamente, Naturgy se ponía al frente de un cambio de rumbo del sector energético español.

Ya a principios de la década de los 90, la compañía protagonizó la reordenación del sector gasista, iniciada con la fusión con Gas Madrid y la aportación de los activos de gas canalizado de Repsol. Nacía Gas Natural SDG, que poco después adquirió Enagás e hizo posible la expansión del gas natural en España. Una nueva etapa en la que iría de la mano de dos accionistas de referencia, la Caixa y Repsol.

La antigua Catalana de Gas ya había comprado fábricas y tenía clientes en otras zonas del país, como Andalucía y la Comunidad Valenciana, pero con el gas natural amplió su actividad a prácticamente toda España. Y una vez ganado músculo internamente, se lanzó a los mercados internacionales. El primero fue Argentina, pero poco después llegaron Brasil, Colombia, México… hasta la treintena de países donde actualmente tiene actividad.

Vuelta a la electricidad

Con la llegada del nuevo siglo y la liberalización de los mercados energéticos en España, la confluencia del gas y la electricidad se hizo inevitable. La compañía volvió a entrar en el negocio de generación eléctrica, en el que ya había estado durante buena parte del siglo XX. La electricidad había llegado a España en 1881, pero el salto al mercado eléctrico la compañía lo dio tras años de observación y análisis de cómo iban evolucionando las tecnologías, los mercados y sus posibles competidores. Con 37.000 clientes de gas y 261.000 puntos de luz contratados, a finales de siglo empezó a ver que el impulso de la electricidad iba a tener un impacto en su negocio, y en 1893 amplió su objeto social para incorporar la actividad eléctrica.

Con la llegada del nuevo siglo, la ya Catalana de Gas y Electricidad volvió a ejercer su liderazgo, esta vez en el mercado eléctrico, con la construcción de la línea de transporte Seira-Barcelona, y el impulso de los saltos hidráulicos del Pirineo.

La compañía se mantuvo más de un siglo en este mercado, sin abandonar el gasista, que siguió liderando. A finales de la década de los 60, con la apuesta estratégica por el gas natural, dio un paso atrás en la electricidad, para volver nuevamente a ella de la mano de la liberalización energética española.

La fusión con Unión Fenosa, liderada por Salvador Gabarró en 2009, culminó el proceso de integración gas-electricidad de la compañía, y dio pasó a una nueva etapa de crecimiento internacional, con la entrada en nuevos mercados internacionales como el chileno y el europeo, y la consolidación como uno de los principales operadores de gas natural licuado a nivel mundial.

2018 representó un nuevo punto de inflexión en la trayectoria de la compañía. Con la celebración de su 175 aniversario, se renovó el accionariado -la Caixa redujo su participación, salió Repsol y entraron nuevos socios, los fondos de inversión GIP y Rioja-. Un nuevo presidente, Francisco Reynés, asumió el liderazgo. Una nueva marca, Naturgy, lanzó un profundo proceso de transformación de la compañía. Y un ambicioso Plan Estratégico puso rumbo al futuro, con el mismo espíritu innovador que en 1843, para hacer frente a los nuevos retos del siglo XXI: reducción de emisiones, movilidad sostenible, digitalización, uso de nuevas tecnologías para la generación renovable e impulso del rol del gas natural en la transición energética.

Fuente: eleconomista.es

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